Cómo nos gusta quejarnos de nuestras vidas. Todo el mundo
tiene problemas: trabajo, familia, amigos, amor, dinero… Sí, esos problemas,
problemas tercermundistas. Por lo menos esos “problemas” son temporales. Somos
tan egoístas que nos encerramos en nosotros mismos y no nos compadecemos de los
demás. Siempre nos quedará: “Pobre de mí que no puedo comprarme un móvil de
última generación”. Qué pena.
Por hoy no voy a escribir más, ya que en mi cabeza tengo
estos problemas. Que irónica es la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario